MADRID, 22 (EUROPA PRESS)
‘Amar para creer’ es la campaña de Auara y Areas para mostrar los rostros y las historias que hay detrás de las más de 57.400 personas de 17 países que han experimentado un cambio radical en sus vidas a través del acceso a agua potable, un recurso del que, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, carecen 1.200 millones de personas de todo el planeta.
Ambas compañías han colaborado en una acción de impacto en las estaciones de Sants en Barcelona y de Atocha en Madrid, en la que los viajeros que compraban una botella de Auara en alguno de los establecimientos COMO de Áreas, de forma automática aparecía un video holográfico a tamaño real en el que algunos de los beneficiarios de los proyectos sociales les contaba quiénes eran y cómo les había cambiado la vida tener acceso a agua potable.
Entre estas historias se encuentra la de Debo Kao, de 30 años, casada y con siete hijos, que antes tenía que levantarse a las cinco de la mañana y andar varios kilómetros cada día para recoger agua de charcos para abastecer a su familia. O como la de Djobo Demo, de 15 años, casado y con un hijo, que cuenta cómo han desaparecido muchas enfermedades como diarreas y dolores de estómago por beber agua de los charcos. O la de Assoumi Lamatou, que muestra su satisfacción porque, ya no tienen que beber el agua de lluvia que caía del tejado de chapa durante la estación de lluvias.
“La solidaridad nos demuestra que también podemos creer en aquello que no vemos, que ni siquiera conocemos, y que el amor por el ser humano y el deseo de mejorar el mundo son capaces de lograr cosas impresionantes”, ha explicado Antonio Espinosa de los Monteros, CEO y cofundador de Auara.
La empresa social destina el 100% de sus dividendos a construir pozos, instalar tanques de recogida de agua de lluvia y sistemas de saneamiento en comunidades sin recursos de países en vías de desarrollo. De este modo, no solo contribuye a mejorar sus condiciones de salubridad, a reducir la transmisión de enfermedades y, por tanto, su mortalidad; también ofrece nuevas oportunidades y un futuro mejor a las mujeres y niñas que normalmente son las responsables de dedicar varias horas al día a ir en busca de agua a fuentes de dudosa calidad sanitaria.
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