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Recomiendan descansar los oídos 18 horas tras un evento ruidoso y no escuchar música con auriculares más de una hora

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MADRID, 23 (EUROPA PRESS)

Los especialistas en Otorrinolaringología, debido a que una gran parte de los casos de pérdida auditiva son permanentes, hacen hincapié, especialmente entre la población joven y en edad laboral, en la prevención del daño auditivo. “La mejor manera de proteger la audición de una persona es limitar su exposición a ruidos fuertes”, destaca el doctor Jesús Garibi, especialista en Otorrinolaringología de IMQ, en el marco de la celebración del Día Internacional de las Personas Sordas.

“Eso significa tanto ruidos de gran potencia acústica en ocasiones puntuales, como ruidos no tan fuertes pero muy continuados a través del tiempo”, precisa.

Una de las principales causas de pérdida de audición consiste en la exposición al ruido, bien porque la persona se expone a un ruido fuerte de manera puntual, o bien porque una persona puede estar sometida a una presión acústica moderadamente alta durante un largo periodo de tiempo, como por ejemplo, en determinadas profesiones.

“Afortunadamente, las personas pueden prevenir, en la mayor parte de los casos, el daño auditivo asociado a la exposición al ruido”, pone de relieve el doctor Garibi.

“Por ejemplo –enumera el especialista–, cuando se acude a un espectáculo en el que se sabe de antemano que se va a registrar una gran presión acústica, es conveniente el uso de tapones para los oídos y no ponerse cerca de los altavoces. Además, es muy aconsejable que los oídos descansen unas 18 horas, tras la finalización del evento, a modo de recuperación”.

Además de lo anterior, “para las personas que usan auriculares con frecuencia, es una buena práctica que, tras una hora de uso de los mismos, dejen descansar a los oídos. E, igualmente, es preferible el uso de auriculares que aíslen del ruido exterior, de modo que puedan usarse con el menor volumen que sea posible”.

Entre las causas de pérdida de la audición el experto señala al ruido “como una de las más comunes”. Sin embargo, también existen otras, “como la acumulación de cerumen en el interior del oído, problemas en el tímpano (perforación, infección, etcétera), determinadas enfermedades como la diabetes o la hipertensión arterial e, incluso, factores genéticos”, expone el experto de IMQ.

Determinados medicamentos son, en ocasiones, capaces de provocar una pérdida de audición. Son conocidos como ototóxicos. Según recuerda la Federación de Asociaciones de Implantados Cocleares de España, los medicamentos ototóxicos pueden producir síndromes cocleares, vestibulares o cocleovestibulares.

Los síntomas pueden aparecer súbitamente o de manera paulatina, existiendo, en general, una relación directa entre la dosis administrada y la gravedad de la lesión otológica. Desde la Federación, se advierte especialmente acerca de los antibióticos aminoglucósidos, que se emplean de manera habitual en la atención sanitaria.

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Otro de los factores relevantes en relación con la pérdida de audición es la edad. “Algunos estudios apuntan a que, aproximadamente, una de cada tres personas entre las edades de 65 y 74 años tiene pérdida auditiva, y cerca del 50% de las personas mayores de 75 años presentan problemas de audición”, señala.

Además, según apunta, “es conocida la relación existente entre la pérdida de audición y la función cognitiva. En personas mayores, algunas funciones cognitivas como la memoria y la concentración se ven mermadas con mayor rapidez cuando existe una pérdida auditiva. Asimismo, el riesgo de desarrollar demencia es mayor en las personas con pérdida de audición”.

Diversas investigaciones han constatado la asociación entre la hipoacusia (disminución de la agudeza auditiva) con una progresión más rápida del deterioro cognitivo durante el envejecimiento. “Tal y como han valorado diversos investigadores, la disminución de la capacidad de audición es un factor de riesgo para el desarrollo de deterioro cognitivo y, posteriormente, demencia”, constata el especialista.

Tal y como pone de manifiesto la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, la exposición al ruido en el trabajo puede ser perjudicial para la salud de los trabajadores. El efecto más conocido del ruido en el trabajo es la pérdida de audición, y también puede aumentar el estrés y multiplicar el riesgo de sufrir un accidente.

Es conocido que la pérdida auditiva como consecuencia del ruido es la enfermedad profesional más común en Europa, y representa aproximadamente una tercera parte de las enfermedades de origen laboral, por delante de los problemas de la piel y del sistema respiratorio. “Frente a esto, es necesario hacer uso en todo momento de los equipos de trabajo adecuados para proteger el oído, como primera medida preventiva”, destaca el otorrinolaringólogo de IMQ.

Se pueden citar tres tipos de pérdida auditiva. En primer lugar, la pérdida auditiva conductiva se da cuando existe un trastorno en el oído externo o medio, que impide que el sonido se transmita al oído interno. También existe la pérdida auditiva neurosensorial, que ocurre cuando el órgano auditivo, la cóclea o el nervio auditivo están dañados o funcionan mal, por lo que no pueden enviar información eléctrica al cerebro con precisión. Finalmente, puede existir una pérdida auditiva mixta, con la presencia de los dos trastornos anteriores.


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